Entrevista a Adelaida Gómez
Adelaida es una mujer con coraje. Supe de ella en un
taller de escritura que ofreció Orlando Van Bredam en el Foro de Fomento de la
lecto-escritura del Chaco. Él nos contó del libro "Una silla con mi
nombre" escrito por Adelaida. Por mi interés en la
"escrituterapia", al terminar el taller, le comenté al profesor que
quería conocerla, y él amablemente hizo el contacto. Ella vivía en Formosa,
pero afortunadamente viajaría esos días a Buenos Aires para visitar a una amiga
y allí nos encontramos. Su sonrisa me invitó a adentrarme lo más que pude en su
temple, en su proeza.
Adelaida quiso escribir para drenar, para encontrarse,
para darse alivio. Y llegó a publicar una obra que además de ayudarla a ella, ayuda
a quien la lee. Las circunstancias difíciles que Adelaida tuvo que enfrentar,
no mellaron su voluntad, sino que la alentaron a crear. Podría decir más, pero
mejor que sean sus propias palabras las que nos demuestren quien es ella.
Podrías contarnos ¿por qué estás en silla de ruedas, y
cómo llegaste a publicar un libro de tu experiencia?
Cuando tenía veintidós años recibí un disparo en el
cuello que me dañó la médula espinal. Una prima que vivía en mi casa en Formosa
se peleó con su novio, y él se la tomó con la familia. Fue alcoholizado a
nuestra casa con la intención de asesinarnos. Allí estábamos mi mamá, mi prima
y yo. Cuando quise sacarle el arma, me disparó. Desde el suelo escuché otros
disparos, con los que acabó con la vida de mi mamá y de mi prima. Después se
disparó a sí mismo.
Como fui la primera en recibir un disparo, perdí la
consciencia, luego de un mes de la tragedia fue que me enteré que mi mamá y mi
prima habían muerto, porque para que me recuperara más pronto me lo habían
ocultado. Cuando vi por primera vez mi silla de ruedas a la que le habían
grabado mi nombre, dije: “Nunca pensé que se haría una silla con mi nombre”, de
allí viene el título del libro.
Los primeros meses tuve que aprender a moverme. Hice
rehabilitación, y todo era aleccionador para mí. Para quien se lo imagine le
digo que jamás se asemejará lo que piense a lo que es vivirlo. Me armé del
valor y la valentía que tenía para seguir adelante. Hoy creo que todos tenemos
capacidades ocultas que sacamos a relucir únicamente en ciertas circunstancias.
Una vez recuperé la movilidad superior de mi cuerpo
(todo menos mis piernas), me puse a estudiar locución, y así conocí al hombre
con quien me casé, pero él tuvo un problema cerebral y falleció. Me costó mucho
sobreponerme por lo que comencé a asistir a donde una terapeuta que me
recomendó que hiciera un taller de escritura. Ella sabía que a mí me gustaba
escribir, y pensó que me haría bien reunirme con gente con gustos similares. Y sobre
todo drenar mis emociones contenidas. A mí me costaba mucho expresar mis
sentimientos, ella lo notó porque cuando le contaba sucesos fuertes, no le
demostraba angustia ni tristeza.
Me enteré que el escritor Orlando Van Bredam ofrecía
un taller literario en Formosa, pero las clases eran en una planta alta de un
edificio sin ascensor, por eso Van Bredam se ofreció a ir a mi casa. Le mostré
lo que había escrito, y a él le pareciera que tenía un gran valor lo que leyó,
y eso significó un gran impulso para mí. Me dijo que sería bueno publicar mi
historia, porque era un hecho verídico. Hasta ese momento no había pensado en
esa posibilidad.
Comencé a incorporarle detalles al texto. Hice memoria
de mis sentimientos en cada etapa. Revivía los hechos de otra manera. Era una
verdadera terapia. Pero de pronto me bloqueé y pasé meses sin escribir, porque
temía sufrir más. Creo que muchas veces la gente guarda sus sufrimientos por
miedo. Sin embargo, al tiempo, quise continuar, y seguí escribiendo. Revisaba
mis escritos, releía, incorporaba detalles que me sirvieron para entender mejor
lo que me había pasado. La escritura me ayudó a hacer contacto con mis
emociones, tanto al momento de escribir como al leerme.
¿Cómo la apoyó Orlando Van Bredam?
Me leyó y me habló de mi forma de escribir. A medida
en que yo avanzaba, le mostraba lo que escribía. Él iba descubriendo de a poco
y me daba consejos. Cuando conversábamos notábamos que era diferente lo que le
contaba y cómo lo escribía. En las páginas mi experiencia tenía otra llegada. Al
escribir podía ser más yo misma porque lo hacía sin la interferencia del pudor
que a veces nos obliga a disfrazar las cosas.
Uno muchas veces escribe sobre cosas tristes porque,
como explica Van Bredam: “La felicidad habla por sí misma”. Yo escribí más que
todo para drenar. Nunca escribí ficción. Creo que mi escritura surgió para algo bueno para mí, y si en algo puede
ayudar a quienes me leen, eso es un gran regalo adicional.
Adelaida Gómez y Orlando Van Bredam en la presentación del libro
Comentarios
Adelante Amiga. Espero el proximo libro.-
Graciela
Graciela (Fsa)