Lucrecia Martel: “Mi búsqueda es que los espectadores penetren a un mundo especial”

Buenos Aires, agosto de 2008. Entrevista realizada para El Universal. Por Daniel Duque @danielduque21
‘La mujer sin cabeza’ es el tercer largometraje de Lucrecia Martel (14 de diciembre de 1966, Salta, Argentina). Martel es la directora de ‘La ciénaga’ (2001) y ‘La niña santa’ (2004), ambas altamente calificadas en los festivales de Berlín, La Habana, Toulouse, Sundance, la Palma de Oro, entre otros. Martel sabe conmover por su impecable forma de transmitir lo inefable, lo dramático, lo trascendente de la vida cotidiana.
En ‘La mujer sin cabeza’ trabaja con los hermanos Almodóvar, ¿cómo comenzó esta relación?
En el Festival de Rotterdam de 2002 un amigo de Pedro Almodóvar se me acercó para decirme que a él le había encantado ‘La ciénaga’ y que lo llamara para evaluar opciones de co-producción.
Cuando regresamos a la Argentina, y nos sentamos a pensar en la producción, se caía de maduro que había que hacer contacto con los hermanos Almodóvar quienes en su página web ya habían hablado maravillas de ‘La ciénaga’. Luego, conocí a Agustín y con los años se ha profundizado la relación.
¿‘El Deseo’ (casa productora de los hermanos Almodóvar) va a seguir co-produciendo sus películas?
Me encantaría, porque como co-productores son fantásticos; sin embargo, los procesos de hacer películas son largos y tienen muchos factores alrededor. Con ellos desde el principio intuí que las cosas marcharían bien.
¿Qué papel tiene la intuición en su trabajo?
La intuición se puede dar de muchas maneras. Hay personas que son intuitivas en todas las etapas. Yo la uso durante el rodaje porque hay muchas cosas que solucionar. Para mí es más que todo valiosa a la hora de escribir, que es lo que más tiempo me lleva.
Hasta ahora ha sido la guionista de sus tres películas, ¿no piensa dirigir un proyecto de otro escritor?
Por supuesto, ese es el sueño de todos los directores, que llegue un guión justo a tu medida. A mí me mandan muchos guiones que tienen que ver con familias o vidas de pueblo. Los leo, pero aún me sigo quedando con lo que yo he experimentado más directamente.
¿Hay algún mensaje particular que quiera transmitir con sus películas?
Hago películas por una infinidad de razones que van más allá de querer comunicar un mensaje. Para mí, hacer una película es un intento de compartir una experiencia de percepción de determinados acontecimientos y del universo. Transmitir un mensaje es algo muy preciso. No hago las películas intentando conmover o algo así. Mi búsqueda es que los espectadores penetren a un mundo especial.
Cuando me preguntan: ¿qué va a ver la gente en esta película?, es difícil dar una respuesta. Pretendo que se sumerjan en algo. Sin embargo, la mayoría de la gente cuando va al cine busca sólo entretenerse. Esto no lo estoy diciendo como una crítica, sino como una observación. A mí me encantaría que los espectadores de mis películas se dejaran llevar, pero en Latinoamérica no estamos muy acostumbrados a eso, tal vez en Europa están más prestos a este tipo de cine.

A la vez creo que cuando las películas se basan en escenarios y situaciones que por lo general son ajenos al mundo del cine, como la familia en un pueblo, los espectadores sienten otro tipo de involucramiento. Yo por ahora quiero seguir retratando la identidad que más conozco: la mía.
¿Qué inspira su narración?
Los relatos de la vida cotidiana. Las conversaciones familiares me interesan mucho, cómo se imparte la moral de padres a hijos. Estas experiencias las tenemos internalizadas, pero muchas veces no pertenecen a nuestro plano consciente. Sacar esto a la luz me resulta conmovedor. Eso lo permite el cine, para mí esa es su magia, una muy poderosa.

¿Considera que su participación en festivales le han cambiado su carrera?
Los festivales significan mucha exposición en la industria cinematográfica y con el público general por los medios de comunicación. Esto hace que la exhibición de la película, su contacto con el público, y, posiblemente, su comercialización, tengan un fuerte empuje.
Para una película de cine latinoamericano, que tiene un presupuesto muy acotado para promoción, estar en un festival le cambia la vida. De lo contrario, demandaría mucho tiempo y presupuesto, para hacer los contactos, mandar las copias, asegurarse de que vean la película. En Cannes se asegura una première con una sala llena de 3500 espectadores entre los que hay muchos decisores de la industria cinematográfica europea y americana. Además de las presentaciones a la prensa.
Cannes es un festival que implica mucha presión. Como Director sabés que esta es una de las mejores cosas que le puede pasar a tu película, es mucho compromiso.
¿Ya su nombre es reconocido en Cannes?
Tal vez eso es mucho decir, pero en cierto modo sí. Luego de haber estado por ‘La niña santa’ me pidieron que formara parte del jurado: un gran compromiso, porque habiendo hecho sólo dos películas tenía que opinar sobre el trabajo de directores de más de 20 largometrajes. Cannes es un festival en el que nadie tiene comprado el asiento, porque mucha gente quiere participar.

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